Reglas y Costumbreros; a propósito del Libro Blanco

 

 

    Todos los monasterios medievales tenían una Regla que los adscribía a un tipo de vida en común y que les daba pautas de como organizar su día a día. En apenas cincuenta capítulos se especificaba cuándo y cómo rezar, cuándo dormir y qué comer. Sin embargo si nos trasladáramos a la Edad Media y visitáramos un cenobio encontraríamos el libro de Reglas ricamente encuadernado e intacto y a su lado un Costumbrero manoseado y lleno de tachaduras. Y es que la verdad es que por debajo de estas reglas aúlicas había centenares de normas adaptadas a la realidad de cada monasterio. Puertas para adentro la vida la regían los costumbreros o libros de costumbres donde se relajaban las normas. Aún así, si preguntáramos a un monje cual era su constitución diría rápidamente que su santa regla. Imaginaros en la imagen de arriba solemnes palabras de agradecimiento y pensamientos cínicos a la vez. Esta brecha entre la teoría y la práctica, la norma y la costumbre es algo muy humano.


    Y esta misma sensación de utopía y realidad la he tenido al leer el Libro Blanco de la Educación, porque me parece una Regla fantástica para colocar en una vitrina. Sus preceptos éticos son inmejorables y plantea unas ideas muy innovadoras. Sin embargo el Estado desoyó algunos de estos preceptos al hacer la ley y los institutos han desoído los demás al aplicarla. Marina hizo un buen trabajo porque como filósofo que es su deber es reflexionar y aportar buenas opciones de cambio. El problema es que algunas de estas opciones son demasiado utópicas para nuestro anquilosado sistema educativo.


    ¿Cómo acercar El libro blanco del Docente al sistema educativo real? Supongo que la ley algo tenga que decir – sobre todo en aspectos como las prácticas remuneradas –. Aunque parte de la respuesta la da Marina: Hasta que el docente no se tenga a sí mismo como un profesional de la docencia no obrará en él la búsqueda calidad. Algo parecido les pasaba a esos monjes holgazanes...

Comentarios

  1. Venía buscando inspiración y la encontré. Me fascina tu oratoria, pero qué decir de tu escritura. Desde luego, tienes y saber demostrar cualidades muy interesantes para la labor que queremos desempeñar. Un aplauso!

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  2. Qué bien me está vieniendo este máster para la autoestima, jajaja. Gracias Nuria, intento siempre cuidar mucho lo que escribo. Supongo que si con el toque de humor las charlas se atienden mejor, con un toque de poética lo escrito se lee mejor ¿no?

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